lunes, 7 de noviembre de 2011

Accidente cerebrovascular, perdonando la vida.

Hace unos días se nos hacía conocedores, a través de los autores Susanna C. Larsson, PhD, Jarmo Virtamo, MD and Alicja Wolk, DMSc en Journal of the American College of Cardiology, el titular que refleja los resultados del estudio en relación a la reducción del riesgo en mujeres por consumir chocolate. Noticia difundida por diversos medios y portales web científicos.


Este beneficio a corto plazo se debe a la influencia sobre la oxidación del colesterol, la reducción de la presión arterial y sobre el sistema cardiovascular, que se habían alterado por un consumo inadecuado de alimentos.

De forma que la investigación concluye que las mujeres que habían consumido chocolate frente a las que no lo habían consumido tenían un menor riego de alteraciones cerebro-vasculares, infarto cerebral o ictus.

Esta es una buena información científica, que por supuesto habrá de generalizar y profundizar en la investigación, en cualquier caso, indica una medida preventiva muy fácil de poner en práctica.

Sin embargo, cualquier ser vivo es inmensamente complejo, incluso en la investigación en organismos unicelulares, la Biología cada vez nos aporta tal cantidad de información que llega a fraccionar los conocimientos biológicos.

¿Qué podemos decir del ser humano?, cualquiera de sus sistemas, es inmensamente complejo y ello únicamente con los conocimientos actuales científicos, no puedo imaginar lo que puede llegar a descubrirse a lo largo de mucho tiempo, sino día a día u hora a hora, en cada laboratorio de cualquier lugar del mundo.
La Neurología se ha diseccionado, n-anatomía, n-fisiología, n-biología, n-psicología, n-psiquiatría, n-imagen, y tantas más.

El presente es el hecho actual, el pasado es el recuerdo de los hechos del presente.

Tenía en aquella época sorbe los 43 años, era una mañana de verano, en la terraza de la casa había colocado un entrelazado de hilos de acero formando una especie de techo, para evitar la caída de un sol tórrido, en ese entrecruzado se desarrollaba una parra y un magnifico jazmín que a la noche deleitaba; se veía desde allí Sierra Mágina, Cerro Viejo y la Lonja de la Iglesia, desde la cual se había establecido que la altura del pueblo era de 888 metros sobre el nivel del mar. Tras regar las plantas de las macetas que rodeaban el perímetro de la terraza y regar el suelo para refrescar el ambiente, se inició el tirarse al suelo, jugar tal cual progenitor juega con su prole sin importar ni el tiempo ni el lugar, al cabo de un tiempo, su cansancio se hizo patente, su escapatoria fue ¨ como nos vea así, veras! ¨.

No fue mucho mas tarde cuando la frecuencia de sus caídas al suelo, con pérdida de conocimiento, la comisura de los labios torcida, la disartria, y la dificultad en la coordinación, junto a la debilidad de su zona corporal derecha se hacían patentes, en general el diagnóstico era de lipotimia. Su voluntad era tal, que una vez recuperado, no era de extrañar que volviese a su botica, y al terminar la jornada matinal se tomase una cerveza, a lo cual nadie agradaba, aunque para él fue el inicio por la supervivencia.

Aquello se fue repitiendo, su vida se llenó de fármacos; crecí en los entresijos de la botica y la rebotica, me hacía consultar el Vademécum para que le explicase algo que él ¨ no sabía ¨, en su laboratorio todo era orden, limpieza, precisión absoluta, y sin las medida de la prevención de riesgos laborales actuales, calzas, guantes de latex, bata, mascarilla, etc, aprendí química, y la biología la afiancé a base de comprender las Leyes de Mendel cuando experimentábamos con geranios todo tipo de colores de la flor.

Era un sabio humilde, muy inteligente, lector incansable y gustado del conocer, era transmisor del saber tan sólo por el disfrute del conocer.

Progresivamente se fue deteriorado, su momento fue la presencia de varios infartos de miocardio, ingresos, medicación, y más lipotimias que en realidad eran accidentes cerebrales transitorios.

En una revisión, en plena crisis la exploración neuropsicológica, me impactó, ¿5x5? – sé lo que es, pero no se la respuesta – eso fue mucho tiempo después, y en 1984 una noche, fue preparado para intervención quirúrgica al día siguiente en la mañana, pase a verlo al Hospital Virgen de las Nieves en Granada, donde yo cursaba Psicología, y el día de la operación tenía un examen de Motivación, entró al quirófano mientras me examinaban de la asignatura, al terminar volví al Hospital y seguían con él, la intervención duraba demasiado, no había información, muchas horas después pasó a la UVI durante estuvo largos días, luego pasó a planta y cuando salió para casa, marchó para descansar a Garrucha. Su castillo.

Posteriormente muchos ingresos, mucha medicación, con su peculiaridad de colocar en fila india cada una de sus fármacos, contarlos y tener muy claro qué tomaba o que no tenía que tomar cada día.

Su deterioro era tal que su afición por la lectura quedó condicionada, dificultad para comprender, cansancio intelectual, pérdidas de memoria, dificultad para el recuerdo, dificultad para la contabilidad, deterioro en sus habilidades en la redacción, diabetes que le llevó progresivamente a una pérdida de visión y ceguera que le frustró, y en general, una vida supeditada y condicionada.

Tiempo después, cuando sus alteraciones físicas y psíquicas eran tales, inició la pérdida del deseo de sobrevivir a pesar de toda su lucha personal, nunca supe el momento exacto, pero percibí que aquel hombre sabio y humilde, estaba derrotado, y había iniciado un camino sin retorno. Al cabo de un año, a primeros de marzo, un día, como otro cualquiera en esta penitencia diaria, se marchó a tomar churros con chocolate en una conocida cafetería de la ciudad, volvió a la casa, y rellenando el comedero de su jilguero murió de pié, sin más, y fue el principio de su silencio intimo, pero el grito de mi voz.

En la autopsia se descubrieron múltiples infartos cerebrales, y dentro de su caja torácica casi no cabía su corazón, una gran realidad física, pero no menosprecia su talante como ser humano.

El presente son los hechos, el pasado los recuerdos, y en mi genética resurge la suya, y oigo mi voz por su silencio.

Y que tu silencio reciba mi voz.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Microbiología: La raiz del girasol

Observación del tallo del girasol, pasando por su raíz hasta llegar a sus radicales.













 
 
  

 













(c) 2011 Felicitas Ramírez

jueves, 3 de noviembre de 2011

Erase una vez … leche con magdalenas.


Un recuerdo para ya no perder jamás.

Cuando uno es hijo, tenemos la sana costumbre de desafiar a nuestros padres, pero ellos ya han pasado por ello y todo serios nos recriminan nuestro comportamiento, y luego entre ellos reconocen eso de “se está haciendo mayor”.

Otras veces el hijo desprende en los padres una ternura difícil de explicar, simplemente eso, difícil de explicar.

Cuando pasas de hijo a padre, ya tienes esa experiencia de la revelión hormonal de la adolescencia y también la ternura de tus hijos durante su niñez o la infancia y del resto de su vida, y no sabes cómo describir esa ternura, no se sabe, o yo no lo se explicar.

Pasé de hijo a padre, y poco después, fueron ocurriendome vivencias, y a los poco años de vida de mi hija, surgió un momento de ternura y una fijación que quiero dejar como recuerdo, sacándolo de  mi propio arcón de los recuerdos y dejarlo aquí ya que la memoria va alejándose de mi.

Erase una vez … leche con magdalenas.

En uno de los muchos viajes entre Garrucha-Jaen-Garrucha, en los que había parada en la entrada o salida de Baza (Granada), cerca de una gasolinera de Repsol, un día, a la tarde, de vuelta a Jaén y sobre las 18:00 hs entramos en un bar, no había mas que la camarera, varias mesas color marrón con sus cuatro sillas cada mesa, separadas todas ellas por un biombo del comedor del bar, nos colocamos mi mujer, mi hija y yo, la madre frente a mi, y mi hija a mi derecha; la niña vestía una falda tipo ecocesa y creo un jersey rojo, era y es un rabillo ardiendo, no para, se levantaba y pedía una bolsa de patatas chips, tenía hambre, y era la hora de la merienda, y ¿que mas adecuado que un vaso de leche con magdalenas?, se sentó a la mesa.

La acerque, ya sentada en su silla, a la mesa, tenía delante un blanco vaso de leche y un par de magdalenas, cogió una de ellas, y la mojó en leche, era un movimiento lento, ordenado, con una mirada de placer infinito, se la llevó a su boca, y con una precisión exquisita la mordió, no se cayó ni gota, ni se manchó su ropita, la degustó, la paladeó, y volvió al mismo proceso, una y otra vez, con lentitud, como una parada en el tiempo para deleitar aquel manjar a su gusto.

Mi recuerdo se reduce simplemente al hecho de tomarse las magdalenas mojadas en leche, pero con una sensación personal de ternura infinita al verla.

En mi realidad eso es todo, pero lo asombroso es que han pasado casi 20 años de aquello, y mi recuerdo sigue siendo el mismo y mi sensación de ternura exactamente igual, la rememoración de aquel momento me llena de una enorme sensación de cariño, de amor y respeto por mi hija, una sensación de placer inmenso al verla feliz con aquel vaso de leche comiendo sus magdalenas, es una sensación personal tan íntima difícil de sacar desde mis adentros, y de difícil comunicación.

Ha llegado el momento de sacar a la luz mi ternura por mi hija, antes, ahora y siempre; a ti te lo doy,  a mi “ratilla”; quizás sea mi mejor herencia para ti, un recuerdo, un cariño sin fín, una ternura íntima; esto es para ti, guardalo, te paso lo que mejor tengo, tan sólo un recuerdo, una cálida sensación de amor para ti.

Osito.