sábado, 25 de febrero de 2012

Oda de una hija a su padre



  


Las olas, viajeras como su madre la mar,
son bellas siempre, vengan guiadas por los mas diversos vientos,
ellas siempre saben arrastrar, de tu alma, cada uno de los pesares que te queman por dentro, 
con tan sólo sus caricias en tu mirada.
¿Cómo no iban a ser bellas?, 
si a su paso regalan su sutil melodía
que te embriaga como un canto de sirena.
Da igual su nacionalidad, vengan del viento que vengan,
ellas saben que las miras, ellas saben sanar tus heridas.

© 2011 Felicitas Ramirez De Acuña

viernes, 10 de febrero de 2012

Un burejo en el baul


Un "burejo" en el baúl.

Si se mira el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, el término "burejo" no existe; pero sí existe en el vocabulario más primitivo, veamos, es una apócope del término "agujero" que sí aparece en la RAE, digo primitivo por ser usado frecuentemente por los niños y de paso por adultos con sentido del humor, su formación proviene de dos fases, primera que consiste en reducir -agu- por -bu- y la segunda por una disgráfia-dislalia, al cambiar -je-ro- por -re-jo- y ya está "agujero"-"burejo". Ya tenemos la palabrota.

Si utilizamos las acepciones del término "agujero" también, por similitud de los términos, se le podrán asignar tales acepciones al término "burejo", bien, esto es retórica socrática, pero bueno, al fin y al cabo, lo estoy fundamentando ¿o no?. Una de las acepciones que hay en el Diccionario de la Lengua Española es, y lo expongo literalmente "m. Astr. Lugar invisible del espacio cósmico que, según la teoría de la relatividad, absorbe por completo cualquier materia o energía situada en su campo gravitatorio"

Bien, en cuanto al "baúl" es algo de todos conocidos, pero veamos, la primera acepción es "1. m. Mueble parecido al arca, frecuentemente de tapa convexa, cubierto por lo común de piel, tela u otra materia, que sirve generalmente para guardar ropas".

Hace no se cuanto tiempo, no mucho ¿o sí?, hubo un Congreso en Madrid sobre Daño Cerebral, la sede del Congreso era el edificio en la Calle La Habana de Madrid de Muprespa, yo participé en aquel Congreso, junto a otros compañeros y colegas, de diversas profesiones sanitarias, el viaje había sido largo y cansando hasta llegar a Madrid y al hotel. Al día siguiente tocaba un día ajetreado con mesas y conferencias y debates.

Un congreso sobre daño cerebral, una de aquellas conferencias la impartí en relación a la amnesia asociada al trastorno por estrés post-traumático, hubo otras más, pero junto a la mía hubo una asociada a la amnesia por traumatismo cráneo-encefálico.

Ambas conferencias, sin saber por qué, despertaron un especial interés entre los asistentes, de forma que los debates del congreso casi se centraron en ellas, en pasillos, cafetería, almuerzo, etc, y lo mejor, los debates entre quienes expusimos ambas conferencias, totalmente constructivos y generadores de unas discusiones muy ilustrativas, dieron lugar a una buena relación personal, pero que por las distancias y las actividades profesionales nos fueron alejando entre tiempos y espacios.

Hoy, años después, sigo pensando que la memoria es una cajita, un "baúl", donde se van almacenando toda una gama de "algo" desde los tiempos pretéritos y durante cada instante de la vida de cada persona, y la clave de mis diferencias con mis compañeros está en que, yo considero que la inclusión de esos "algo" (que luego en su recuperación llamamos "recuerdos"), se almacenan en el "baúl" en estados de consciencia plena y en un continuo hasta el coma más profundo y con daños cerebrales masivos, casi o incluso incompatibles con la vida.

El tema es que la memoria es el almacén de todo lo que se capta, es decir, todo, la cuestión es la recuperación de esas partes del todo, lo que habitualmente llamados recuerdos o aprendizajes almacenados en la cajita, en ese baúl lleno de sorpresas.

Mi sorpresa ahora es que descubro que parte de mis recuerdos o parte de mis conocimientos aprendidos o aprehendidos no los puedo recuperar del "baúl", cuando hace unos meses ni siquiera era consciente de que mi cuerpo y mi mente funcionaba con esos recuerdos y aprendizajes sin prestarles atención porque eran funciones que me hacían estar actuando de una forma "natural", pero ahora descubro que en mi proceso mental hay un funcionamiento distinto, que mi memoria, que mi cajita, que mi "baúl" tiene un "burejo" - ¿ehhh, cuanto es 15x2 , espera, qué ...? o pasados unos días no encuentro o no recuerdo algún acto, o incluso "¿dónde he dejado el coche?" , "¿pero si yo dejé esto aquí... eh, donde lo habré puesto?". Y lo peor, leo un libro, la pasión de mi vida, y cuando dejo de leer para reiniciar mañana la lectura, he olvidado lo leído; lo vuelves a intentar una y otra vez, sigues, y además consciente de lo que pasa, y porqué pasa, hasta que un día eres pleno de frustración y aceptas que tus libros han pasado a ser parte del "burejo".

Hay un burejo en el baúl, un lugar invisible, cósmico, que almacena como en agujero negro, y de forma acumulativa, parte o partes, y cada vez mas, esos "algo" del baúl; ese burejo va gravitando y almacenando lenta y progresivamente, hasta que va cogiendo lo que no le pertenece, llevándose lo íntimo de cada uno, mi persona va camino de un lugar cósmico dentro de mi mismo; pero un día el burejo escupe algo que lo recoloca en el baúl y descubres lo que habías perdido, pero otro día se come lo que dejó, e incluso se lleva algo más.

Tú, burejo, me voy a pelear contigo, te voy hacer frente, se que estás, y tu pretendes dominarme, quizás lo consigas, pero tu trabajo te va a costar, porque mi existencia es mía, y no me la vas a quitar, seguiré hacia adelante, paso a paso, como tu, pero tu quitándome y yo impidiendo que me quites, pero además metiendo más en mi baúl, así que vas a tener mucho trabajo, pero mi vida seguirá hasta que la tierra o el mar me reciba, y tu no te podrás llevarte todo, porque el todo soy.

¡ Burejo, mi baúl se seguirá llenando !

 © Zaqueo Maciver






lunes, 6 de febrero de 2012

Segunda planta, a la izquierda.


Segunda planta, a la izquierda.

Estaba entrando en el Campus Universitario, aparqué el coche, y le hice una llamada de teléfono, no me contestó, aquello me indicaba o que estaba con el teléfono en silencio y concentrada en su estudio o que había dejado la mesa de trabajo para tomar un café.

Preparaba una asignatura, Genética, del tercer curso del Grado de Biología, de la que tendría que ser examinada al día siguiente, en el edificio A4-12 a las 9:00 a.m.

Habíamos formado un pequeño complot en el que ella no participaba, el objetivo del mismo era darle la sorpresa, allí estaría yo.

Una vez aparcado el coche, y realizada la llamada perdida, me encaminé a la Biblioteca, segunda planta a la izquierda; alcanzaba el último escalón para llegar a la planta correspondiente, y justo en ese momento ella salía, teléfono en mano dispuesta a responder a la llamada que yo le había hecho minutos antes; en ese momento la vi y me vio.

No hay nada en el mundo como una sorpresa maravillosa absolutamente inesperada, para ella y para mi, al ver a su padre y yo ver a mi hija, de un salto se lanzó a mí y me abrazó por el cuello y me beso repetidas veces, al igual que su pregunta ¡¡¡ ¿y tú que haces aquí? !!!, con su sonrisa, con su nobleza, con su don de niña y de mujer que se mezclan en un halo misterioso entre la adolescencia y la madurez, entre mirada de sorpresa y el deseo de protección.

Allí estaba, engañada y al tiempo agradecida por la sorpresa. De nuevo la pregunta, ¿tú qué hace aquí?, y la respuesta fue el claro objetivo de mi visita sorpresa, entendí semanas atrás que su examen de Genética era muy importante para ella, de alguna manera quise estar ahí para darle confianza en si misma o ser un punto de apoyo en un momento de soledad ante la responsabilidad propia, o quizás un deseo mío de estar con ella aunque realmente no necesitase mi apoyo.

En su mesa de estudio libros y folios, analizando la desmielinación típica de la Esclerosis Múltiple, un folio donde se reflejaba una placa de un RMC en un dibujo en blanco y negro que correspondía a un corte hipotalámico de un cerebro humano donde se veía con claridad el deterioro nervioso neuronal cerebral. Hablamos de ello un momento.

Salimos de la biblioteca encaminados a tomar algo juntos, como siempre ella un té helado y yo una cerveza de la tierra, me cogía del brazo o se abrazaba a mi, y yo la veía como una mujer preciosa, con un pelo rubio largo, rizado, sus ojos azules tras sus gafas con el color de la montura tan coqueto como ella misma. Hablábamos, no recuerdo de qué, pero yo no perdía un detalle de su ser, tez pálida, preciosa, un pelo lindo, inteligente y desprendiendo interés por la ciencia y la investigación, conversaciones que se mezclaban entre la belleza que desprendía y mi admiración por ella.